“a chair is a very difficult object”
MENOS SIEMPRE SERÁ MÁS, LOS INICIOS DEL MINIMALISMO
Menos es más, es una frase que se ha infiltrado en nuestra boca, en nuestra forma de pensar y de ver el mundo. Entre menos ruido encontremos mayor será el impacto. Y esta frase, como un mantra silencioso, nos ha hecho pensar que al enamorarnos de lo esencial es posible contestar el exceso que nos rodea.
Ludwig Mies Van Der Rohe nació en Alemania en 1886 en una época en donde se le exigía a todos los hombres del continente encontrar la mejor versión de humanidad que pudieran ofrecerle al mundo y logró canalizar esa necesidad en la Arquitectura y el Diseño.
Conocido como uno de los arquitectos de mayor influencia del siglo XX, este hombre encontró en la arquitectura una forma de hablar, desde su mantra silencioso, del mundo que lo rodeaba y junto a Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y Walter Gropius conformaron los nuevos cimientos para una nueva forma de entender el pensamiento creativo. Entendieron las necesidades de replantear los métodos de concepción para generar un pensamiento moderno en donde primaban la limpieza de las formas, el uso de nuevos materiales y una belleza estructural heredados de la buena geometría y del pragmatismo de la era industrial y fue así como empezó a nacer el minimalismo.
Silla Barcelona – Mies Van Der Rohe
Para Mies Van Der Rohe, menos siempre era más. Entre menos ornamento menor era el delito, más fuerte era la apropiación del objeto y todo el proceso de creación era mucho más sencillo.
Y en esa simbiosis entre la modernidad, el racionalismo y lo austero creó una línea de pensamiento de un nuevo modelo de concebir y pensar a la hora de diseñar cualquier tipo de elementos, desde edificios hasta objetos, y del cual, se alimentaron movimientos tales como como De Stijl, la Bauhaus y el racionalismo no solo desde su punto estético pero también lo adoptaron como un modelo de pensamiento creativo crítico.
UN STATEMENT SOBRE LA MODERNIDAD, EL DISEÑO Y EL PODER.
Mies van der Rohe es reconocido por trabajos como la casa Fransworth, el Crown Hall o la Nueva Galería nacional de Alemania, pero algunos de sus trabajos más importante empezaron en 1929, para la Exposición Internacional de Barcelona, en donde el arquitecto creó el pabellón nacional de Alemania, conocido por ser un espacio que proyectaba modernidad, espacios amplios y blancos en donde se podía navegar hasta perderse.
Para ese espacio también se creó la silla Barcelona o silla MR90 que era unos de los elementos que alimentaban el espacio y que posteriormente adquiría un valor arquetípico que trascendería hasta nuestros tiempos. Se trataba de una silla que debía ser creada para la realeza pero que a la vez debía proyectar todos los valores de una época; poder, progreso y democracia.
La silla Barcelona es una de las sillas icónicas del diseño moderno porque, desde su propio lenguaje, habla en un tono polisémico del poder y del futuro.
Es una silla que en su concepción formal sigue la función y con elementos curvos, estructuras visibles y cojines texturizados en cuero, esta silla invita a sentarse, sin más, sin ningún ornamento, claro ejemplo del mundo minimalista.
Pero no solo eso, desde el punto de vista simbólico la silla está inspirada en la silla curulis, la silla de poder de los romanos y la forma de tijeras que la sostienen, fue utilizada por la asociación de las sillas plegables de Egipto, que a su vez, era un símbolo de realeza. Esta silla a través de valores como lo icónico, lo funcional y lo estético conjuga elementos importantes de análisis. Creada en sus inicios de una forma artesanal se quería proyectar hacia el futuro con materiales como el acero cromado que puede traducirse como una forma de concebir el progreso; pasar del mundo artesanal para potenciarlo a través de la tecnología. Pero también desde su aspecto formal y estético la silla Barcelona habla del poder y la necesidad de crear un nuevo mundo, pensamientos propios de la época de entre guerras de los años 30 en Europa y de la arquitectura racionalista y que se reflejan en las células formales de poder que la silla maneja.
Toda esta combinación de elementos en un objeto; la realeza mezclada con el progreso de democracia, lo artesanal reconciliado con el mundo industrial, la estética limpia que habla de poder cuando antes el ornamento lo hacía; toda esa idiosincrasia formal y simbólica hacían de esta silla un grito de libertad creativa. La silla Barcelona es un icono del Diseño no únicamente por ser una silla hermosa sino por ser capaz de hablar de formas libres de pensar en una época en donde en la historia de la humanidad iban engendrándose doctrinas peligrosas de antisemitismo y prácticas extremas y esta silla, salida de la gran mente de Ludwig Mies van der Rohe, es un recuerdo de libertad, modernidad y rebeldía creativa en un momento en donde la modernidad no cruzaba sus límites y era entonces un respiro creativo profundo.
LA MODERNIDAD EN TIEMPOS CONTEMPORÁNEOS
Las enseñanzas del diseño y la arquitectura del siglo XX tal vez silenciosamente rebeldes, acompañan muchos de nuestras formas de crear. En su momento, hablaron de la posibilidad de generar lineamientos y formas de pensar que trascendían el plano del pensamiento para también trasladarse a los objetos y la arquitectura haciendo de éstos elementos edificantes de lo humano desde el punto de vista social, cognitivo y practico como lo decía Pierre Lévy.
Lo que rodeaba a los hombres modernos también era en un reflejo de su ser; una forma de reconciliar el consumo con su forma de vivir la vida y de entenderla.
Tal vez el pensamiento minimalista tenía una lección que enseñarnos y el mundo creado por Mies van der Rohe, desde su arquitectura hasta su diseño objetual, es un recuerdo de la posibilidad de hablar a través de objeto sobre el mundo que nos rodea y del que queremos crear.
Puede ser, que en este mundo posmoderno y como lo pensaba Bourriaud, en donde existe una saturación estética fuerte, el minimalismo pueda recordarnos que posible crear desde la simpleza filosófica de los objetos y tal vez el poder simbólico de esta silla pueda trascender y llegar a estos tiempos contemporáneos, y nos sirva como un tótem para recordarnos que la creatividad es y debería ser un acto de rebeldía silenciosa.