Los coches eléctricos y autónomos están cada vez más cerca, pero antes, será necesario que las urbes se transformen para ofrecerles energía e información. Puntos de recarga rápida, vías inteligentes y sistemas de tráfico conectado son algunos de los elementos clave.
Foto: En la imagen un camión circulando por una autopista electrificada en Suecia.
Uno de los mayores frenos para la expansión del vehículo eléctrico es su autonomía, todavía inferior a la de un coche de gasolina, lo que obliga a recargarlas con mayor frecuencia y dificulta los trayectos largos. La instalación de electrolineras a un nivel similar al que se encuentran las gasolineras por el mundo ayudaría a superar esta brecha. Pero hay otro enfoque que podría aumentar la autonomía y reducir el tiempo de carga: que sea la propia vía la que suministre la electricidad al vehículo mientras este circula.
Esta es la apuesta de Siemens. Bautizada como eHighway, la compañía propone tender catenarias por encima de las carreteras y adaptar la forma de abastecimiento que utilizan, por ejemplo, los trolebuses. Según esta idea, pensada para rutas que conecten puntos logísticos clave en el transporte de mercancías, los camiones eléctricos o híbridos podrían enchufarse a la catenaria y recargar sus baterías mientras circulan por la vía. El concepto lleva en pruebas un año en un tramo de autopista en Suecia gracias a un acuerdo con el Gobierno del país escandinavo y el fabricante de camiones Scania. También se estudiará su viabilidad en California (EEUU), donde Siemens piensa que eHighway tendrá un gran impacto en el transporte de mercancías desde los puertos hasta los ferrocarriles cercanos.
Otra opción para recargar el coche desde la propia vía es la carga por inducción magnética. Con esta tecnología, una corriente eléctrica pasaría por una bobina instalada en la carretera que generaría un campo electromagnético, el cual, genera su propia corriente eléctrica que se puede transmitir a un dispositivo cercano, en este caso, el vehículo. Pero aunque la estrategia funciona bastante para objetos inmóviles, como un teléfono que se recarga, todavía tiene retos que superar para recargar elementos en movimiento.
El proyecto FABRIC, con financiación de la Comisión Europea e integrado, entre otros, por el fabricante de chips Qualcomm y el de automóviles Renault, ha conseguido cargar vehículos que circulen a la velocidad propia de una autopista en su pista de pruebas cerca de París (Francia). Y la start-up israelí ElectRoad ha llegado a un acuerdo con su Gobierno para probar su propia versión de la tecnología en un tramo de una ruta de autobús en Tel Aviv (Israel).
Ciudades que hablan
El elemento clave para ello serían los sensores que, instalados enestaciones meteorológicas, semáforos y otros elementos de la ciudad, podrían enviar información al vehículo en tiempo real para ayudarle en la toma de decisiones. «Cada vez es menos necesario que el entorno sea inteligente», afirma Sáenz, «pero que lo sea aportará servicios de valor añadido». Radiobalizas en las farolas podrían suministrar información de interés para los ocupantes del vehículo, pero también podría darse la relación inversa, que la comunicación de los vehículos con las farolas ayudase a regular su potencia de iluminación, por ejemplo.
Un prototipo de lo que podría llegar a ser una ciudad en comunicación constante con los vehículos es el proyecto de intersección inteligente de Boston (EEUU). Entre 2015 y 2016, 16 peatones y ciclistas resultaron heridos de gravedad y otro ciclista murió tras chocar con un camión en el mismo cruce. Así que el Ayuntamiento se ha aliado con la compañía telefónica Verizon para equipar la intersección con 50 cámaras y sensores y con un software que analiza los datos para entender el funcionamiento del tráfico, prever incidentes y diseñar soluciones.
Poco a poco, no sólo los accidentes podrían convertirse en un mal recuerdo, sino también los atascos: a medida que aumente el número de coches autónomos, su mejor habilidad para interpretar el tráfico también hará desaparecer los comportamientos que generan las retenciones. Perder el tiempo buscando aparcamiento será cosa del pasado cuando el coche sea capaz de buscarlo por sí mismo y volver a por su dueño cuando este lo solicite a través del móvil. Esto abre la puerta a otro cambio en la infraestructura de la ciudad, ya que eliminar la necesidad humana de aparcar favorecería la desaparición de las zonas de aparcamiento en el centro de las ciudades. En este escenario, estos espacios podrían recuperarse para otros usos como ampliar el espacio peatonal y crear carriles para autobuses y bicicletas.
Los vehículos del futuro están cada vez más cerca, así que ahora llega el turno de las ciudades para adaptarse a las mejoras de movilidad que la tecnología les ofrece. Y si el asfalto fue el elemento dominante en el siglo XX, el XXI estará dominado por la tecnología.