@Gustavian
Los cartílagos marítimos proporcionan una armoniosa oportunidad para dar vida al color y a la descomposición controlada. En las manos de Iori Tomita, seres vivientes adquieren propiedades artísticas, transformándose en portentosas piezas orgánicas de animados tintes en su armazón.
Utilizando una enzima digestiva, el japonés dirige el proceso de corrupción de tejidos y músculos del animal, deteniendose exactamente, en el instante en que el esqueleto se convierte en una estructura transparente. Un teatro biológico, en el que la la organización y el color personifican su evolución.
Gracias a las investigaciones científicas del sistema oseo, el artista puede emplear una técnica que le permite incrustar ideas sinteticas en la estructura de la naturaleza, reconfigurando nuestro planteamiento visual del chasis animal.