Para Alexa Meade todo empezó como una preocupación y una observación acerca de las sombras y la ausencia de luz: «quería encontrar la forma de darle materialidad a la misma» dice Alexa para TED.
Pero lo realmente interesante es cómo, por medio de querer materializar las sobras y las luces, encontró como respuesta evitar el lienzo a toda costa y pintar retratos sobre personas (que uno creería que ya están retratadas, pues somos finalmente un retrato vívido de sí mismos).
Alexa pinta el oído sobre el oído, la nariz sobre la nariz, el brazo sobre el brazo, la ropa sobre la ropa y la pared sobre la pared. Hace de una escena tridimensional una bidimensional; pinta completamente la persona y cada uno de los objetos que se encuentren dentro del espacio y, después de llenar hasta los huesos de pintura cuidadosamente, les toma una fotografía desde el mejor ángulo. Lo mejor de esto es que en medio de una sola «escena» se pueden crear muchas pinturas gracias a que los retratados de las obras tienen vida, se mueven y se expresan… son personas y, así mismo, son una pintura llena de pintura.