Por: @infinitylab
Inocencia, simplicidad y pecado son componentes elementales que definen el estilo de Alejandro Annicharico. La fotografía, su fijación, Terry Richardson su referente, la cotidianidad su inspiración. La obra emerge de una simbiosis monocromática, instaurada entre una sobrecargada ingenuidad y una prolija crudeza. Este atractivo nudo de elementos antagonistas, logra constituir un bizarro y fino puente entre la subjetividad del artista y la mundana belleza de un mundo acostumbrado.
La banalidad del cuerpo, su fragilidad, su armonía, son elementos que delinean esta forma sensible, imagen plausible que resalta a través de un plano frio y difuso, un fondo descontextualizante que la exalta y transmuta, convirtiéndola en objeto de culto, iconizándola.
Es un fotógrafo emergente habitante de la escena capitalina, adaptado a la urbanidad, al enfrentamiento, a la ruptura paradigmática de lo común. Este artista bogotano es un referente de los cambios bruscos en la estética colombiana, refrescándola de las saturadas convenciones del arte predominante.
Otros artistas bizarros vendrán para dar fe de sus incidentes y ocurrencias en Bogotá, pero Alejandro Annicharico es hoy el ejemplo de los nuevos horizontes que la fotografía nos puede ofrecer, con su trabajo nos ha dado el primer flash del otro lado del espejo.