La otra revolución mexicana

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Por @juanosaurious

Durante el siglo XX México fue el escenario de diversas revoluciones sociales y políticas. El descontento generalizado provocado por el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, pronto se transformo en una guerra civil que desato un ciclo bélico de transformaciones, reformas sociales y golpes de estado. El caos y la guerra cubiertos bajo el manto de la libertad, no impidieron que el progreso económico derivado de otra revolución, la industrial, transformara las concepciones de vida de la realidad mexicana. La modernización, impulsada por la nueva cosmovisión heredada del nuevo estilo de vida de las grandes ciudades, las fábricas,  la fuerza de la locomotora y el ideal del progreso, afectarían para siempre la vida de los mexicanos, gestando una nueva revolución estética, no de soldados, pero si de guerreros armados con el poder de la fotografía, la máquina de escribir y la radio.

Durante el Porfirato las cámaras y el trabajo fotográfico de Hugo Brehme y Wilhelm Kahlo fueron bien recibidos, conocidos por su pictoralismo y su tendencia a capturar momentos pintorescos de la sociedad mexicana, esta generación de fotógrafos apolíticos conformaría una de los pilares de esta revolución cultural, que no se consolidaría hasta la llegada del movimiento Estridentista en 1921, fundado en Ciudad de México por el poeta Manuel Maples Arce en su manifiesto Actual N°1 como propuesta contra-cultural latinoamericana inspirada por el manifiesto futurista de Marinetti.

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En el mismo lapso de tiempo, e influido por las vanguardias de las nuevas corrientes europeas, el pintor y muralista mexicano Diego Rivera de ideología comunista, adquiere relevancia e  influencia para el Movimiento Muralista Mexicano y Latinoamericano, desempeñando importantes trabajos que lo llevarían al estrellato; una vez expulsado del partido comunista mexicano, Rivera es invitado a los Estados Unidos para realizar una serie de trabajos que resalten el ideal del progreso tecnológico y el poder de la industria americana. Es aquí cuando pintaría uno de sus mas famosos murales para el instituto de arte de Detroit –obra que se convertiría en epopeya sobre el hombre y la maquina, himno de la sociedad tecnificada- Este encargo patrocinado por Edsel Ford (Padre de Henry Ford), se convertiría en un nuevo modelo de la imaginería visual mexicana, hibridando en su técnica el estilo análogo y tradicional de la pintura al fresco de ese tiempo con una visión utópica del futuro y presente impulsado por la máquina. (Podríamos sugerir con esto,  que las contradicciones de Rivera en su trabajo, son solo un reflejo de la condición diacrónica típica del latinoamericano, herencia de la colonia en donde nos proyectamos hacia el futuro sin una visión clara del presente, por estar sometidos a los desarraigos y sincretismos del pasado)

Irónicamente en la actualidad, la ciudad de Detroit, que en cierto momento de la historia fue considerada como el motor del desarrollo de la industria automovilística americana se encuentra en crisis, como la gran mayoría de los valores de la modernidad que predicaron.

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Es en la segunda revolución industrial donde las innovaciones tecnológicas estuvieron al alcance de la población, construyendo desde el arte, nuevas nociones de aproximarse a la realidad. En el siglo XX invenciones como la radio, la maquina de escribir, a cámara fotográfica, las cámaras de video y los nuevos materiales de construcción fueron los impulsaron la revolución cultural.

Retornando a México y a sus revoluciones mediáticas que cambiaron los paradigmas de la representación visual a través de la imagen. En donde aparece la figura de Tina Modotti -entrañable amiga de Rivera y Frida Kahlo-, quien considero a la fotografía como una herramienta tecnológica al servicio de las transformaciones sociales y políticas de su tiempo, esta posición automatista fue verdaderamente revolucionaria, apelando a que la imagen fotográfica como consecuencia de sus cualidades, era capaz de  mecanizar la memoria a partir de un clic, este hecho totalizante fue reforzado gracias a la fácil reproducción del contenido de las imágenes, lo que abrió la puerta para la producción masiva de un nuevo tipo de información.

Modotti implanto el concepto de fotografías indexadas, que consistía en incluir referencias simbólicas dentro la imagen transformándola en textos automáticos, es un hecho conocido, que la maquina de escribir mecanizo la escritura despojándola de su personalización a través del trazo, así mismo la fotografía automatizo y sintetizo la información capturando la luz, construyendo así una nueva estética que tendría grandes repercusiones en la vida cultural del país centro americano.